Una mirada a 90 kilómetros por hora

¿4.000 kilómetros en coche? Qué locura, no tenéis edad, no os veo de mochileros, eso no es descansar, eso no es desconectar, vais a discutir, 24 horas juntos, no os va a dar tiempo a ver nada, ¿no te aburre conducir?

Podríamos seguir, porque seguro que nos queda por decir algún mas comentarios o advertencias. Pero da igual. Lo hicimos y ha sido un Tour fantástico, un viaje para no olvidar y… sí, en coche. Y sí, solos. Y sí, más de 4.000 kilómetros en coche.

Viajar de esta manera te da libertad para hacer lo que quieras: parar, desviarte, hablar, descubrir, perderte, cambiar… Son muchos viajes a sitios diferentes y con compañeros diferentes para saber lo que realmente quieres y te gusta. Y nos gusta ver lo que no te enseñan en las guías, hablar con la gente, comer en un bar donde eres el único de fuera, hacer fotos que sólo puedes hacer cuando vas sin prisa, a tu aire y por donde quieres. Es mirar de otra manera.

Nos interesan los rincones de las grandes ciudades, las casas de las pueblos, los rostros de la gente, los diferentes colores de un mismo mar… miradas desde otro lugar. Eso sólo se consigue si vas sin ataduras de horarios, de citas, de itinerarios cerrados y… en coche.

Aquí os dejamos unas cuantas de nuestras miradas. Pero después de más de 4.000 kilómetros a 90 por hora, os aseguro que tenemos en nuestros ojos más de 1.000 recuerdos en miradas fotográficas.

Etapa 1: Madrid – San Sebastián – San Juan de Luz

San Juan de Luz

Salimos con ilusión, con ganas de Francia, la desconocida o la mil veces vista, con ganas de descubrir cada árbol, cada nube o cada omelette… y lo primero que hicimos, cuando aún no habíamos recorrido 200 kilómetros desde Madrid es parar y hacernos fotos con el mítico Toro de Osborne, aquel que nos repintó el paisaje de nuestra infancia y de nuestro país. Ese precisamente ha sido el primer compañero de viaje, como si antes de llegar a Francia tuviéramos que afianzar nuestra españolidad. Y algo de eso debía de haber en nuestro subconsciente porque la segunda parada ha sido para comer en Milagros unas maravillosas morcillas y unos torreznos de campeonato.

Playa de La Concha

Cargados de hidratos de carbono y tan felices hemos llegado a San Sebastián, que no puede ser mas bonita, incluso con tanta gente que se ha tirado a las calles donostiarras que La Concha, estaba irreconocible. Pero siempre bella.

Desde allí, unos pocos kilómetros más para llegar al final de la primera etapa: San Juan de Luz, un pueblo lleno de rincones, música, colores diferentes, agua y aires hispanos en sus casas, en sus mentes…. tanto, que nos hospedamos en el Hotel Txoko, nuestra habitación se llama Iruña, oímos castellano enredándose con el francés o el euskera y la gente se pasea con un cucurucho de churros o se mete de aperitivo unos pimientos del piquillo. Nosotros hemos cenado unos moules, mejillones con patatas fritas para irnos integrando. Quieren que nos vayamos haciendo a las Galias poco a poco.

Con el sonido de una orquestina de verano en la plaza de San Juan de Luz, vamos dibujando el mañana: Arcachon, La Duna de Pilat y la gran ciudad de Burdeos. Y el agua del Garona bañándola.

San Juan de Luz

San Juan de Luz

San Juan de Luz

San Juan de Luz